Cuando determinamos
la necesidad de realizar un tratamiento de ortodoncia tenemos en cuenta muchos
aspectos, la ortodoncia no solo endereza los dientes sino que también busca
entre otras mejorar y optimizar la mordida; eso quiere decir que se tiene que
tener en cuenta la estética, que tiene que ver mucho con la autoestima, con la
presentación personal y con la sonrisa.
Por otro lado lo
que queremos es que esa sonrisa se complemente un factor funcional, eso quiere
decir, que cada vez que mastiquemos protejamos nuestros dientes, evitando el
desgaste; cuidamos también la articulación, que es la que nos permite mover la mandíbula
abrir y cerrar, masticar y deglutir (pasar la comida); en términos técnicos la oclusión, el cierre
de los dientes y como se relacionan entre si los dientes y las muelitas. Incluso
en algunos casos al cambiar la posición de los dientes logramos mejorar el
cierre de los labios y por lo tanto optimizar la respiración. Esto también se
logra cuando expandimos (agrandamos) el paladar pues mejoramos (ampliamos) la
vía aérea superior mejorando en muchos casos la capacidad respiratoria.
Al realizar un tratamiento
de ortodoncia, los brackets nos permiten mover los dientes y disponerlos de una
manera alineada, armónica y bonita (Sonrisa) que es muy importante, además
estas terapia buscan lograr un balance de labios y de toda la parte inferior de
la cara; pero también es crítico el balance entre sonreír y morder. Esto nos
permite evitar como ya lo mencionamos desgastes de dientes, fracturas de bordes
(Astillados), retracciones de cuello de los dientes (Dientes sensibles) y
dolores musculares.
Por lo tanto no podemos
dejar al azar la decisión de hacer un tratamiento, pues lo que se ha visto en
los estudios es que las condiciones por ejemplo de apiñamiento (dientes
montados), tienden a empeorar con la edad; si la mordida está generando
desgastes de dientes, esta condición de daño continuará, pues la masticación y
la deglución, no van a dejar de suceder durante toda la vida, por consiguiente
el daño seguirá sucediendo cada vez que mordemos. Si no controlamos algún hábito
(chupar dedo, apretar los dientes, respirar por la boca, etc.), los dientes
continuaran desplazándose mientras persista la condición que la produce.
Por otra parte, si
el problema es de crecimiento como prognatismos (Mandíbulas grandes) o
retrognatismos (Mandíbulas pequeñas) que se les menciona como “belfos”, solo tenemos una época durante el
desarrollo de los niños para promover y/o restringir el crecimiento de los
maxilares (Ortopedia), si no se realiza a tiempo los tamaños de los maxilares
quedan definidos por la madurez del esqueleto y la corrección, en algunos casos
requiere cirugías para lograr los objetivos faciales dentales y esqueléticos o
los resultados de ortodoncia son muy deficientes desde el punto de vista facial
y funcional. Esto mismo sucede con los pacientes que se les “tuerce” la cara
por crecimientos disparejos, los cuales deben manejarse muy temprano.
También en las
etapas en donde comienza el recambio de dientes es fácil detectar con
radiografía panorámica cuándo alguno de ellos no va a salir, no se formó o se está bloqueando, el riesgo de no hacer
nada es que el diente al erupcionar (salir) dañe a sus vecinos permanentes,
esto sucede mucho con los caninos (colmillos).
Teniendo en cuenta
todos estos factores podemos concluir que es importante que en la decisión de
hacer o no tratamiento, se tengan en cuenta todos estos factores, pues en
muchas ocasiones el tiempo es definitivo para un mejor resultado y para
interceptar problemas que pueden ser manejados de manera sencilla de manera
temprana evitando daños a los dientes y a las estructuras de los huesos y la
cara.
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